Durante el mes de marzo 2018 pedaleé, volé casi, por Montevideo. Tuve esa gran suerte, me prestaron una bici eficaz y ligera, mil gracias por ello, así fue como la ciudad adquirió para mí una nueva dimensión formidable. Además del placer del deporte diario, al cabo de unos 10 días asiduos, la sensación física fue excelente. El placer de no quedar atascado en embotellamientos, ni quedarse esperando en una parada, ni siquiera tener que caminar cuadra tras cuadra, ese placer me hizo crecer alas, las sentí casi reales.