Bogotá amigable con la bici, entre las mejores del mundo Más que un premio, un verdadero reto.

Ricardo Montezuma, Ph.D. Director de Fundación Ciudad Humana.
 
Bogotá fue incluida dentro del Copenhagenize Index en el puesto 12, dentro de las ciudades más amigables del mundo para ir en bicicleta, listado que encabezan Copenhague, Ámsterdam y Utrecht. La capital colombiana estaría según esta clasificación por delante de Barcelona, Berlín, Tokio o Hamburgo, y a proximidad de la calidad ciclística de Helsinki, París u Oslo.
 
Para los que usamos la bicicleta cotidianamente y también hemos recorrido la mayoría de las ciudades seleccionadas, esta noticia es difícil de entender, puesto que el uso de la bicicleta, en la capital colombiana, se hace en medio de un tráfico vehicular muy agresivo y violento; más de un ciclista muere por semana y la calidad del aire es muy reducida. Con base en estas precarias condiciones como entender este ranking.
 
La empresa danesa de consultoría, que realiza este listado, incluyó a Bogotá, bajo los mismo parámetros que en años anteriores ha clasificado dentro de las 20, a Rio de Janeiro, Buenos Aires y Sevilla, las cuales se valoraron por sus avances, logros y proyecciones. Con base en estos antecedentes, es muy comprensible que se haya querido reconocer a Bogotá por su liderazgo en temas de ciclovías, sus avances recientes y sobre todo sus ambiciones. Se ha premiado, su trayectoria, su role protagónico en América Latina; sus logros en el último lustro y las proyecciones de lograr más de un 10% de viajes en bicicleta, dentro de los cuales se aspira a que la mitad sean realizados por mujeres.
 
Específicamente, Bogotá, está tratando de consolidar lo proyectado hace casi dos décadas. Ha logrado casi 550 kilómetros de corredores, una oferta significativa de cicloparqueaderos en el transporte masivo con más de 20 estaciones en TransMilenio y TransMiCable y una oferta considerable para parquear bicicletas en empresas, universidades y entidades públicas. Ha mejorado la conectividad, la señalización, la semaforización e incluso el monitoreo por medio de una red de más de quince contadores de ciclistas. Las anteriores acciones le permiten a la bicicleta aproximarse a 800 mil viajes diarios equivalentes a un 9% del total. Estos logros son parte de un proceso con voluntad política y el compromiso de múltiples ciudadanos, quienes han modificado sus hábitos de movilidad, y han optado recientemente por usar la bicicleta.
 
Es necesario valorar lo alcanzado a la fecha y sobre todo entender la magnitud del reto para mantener a Bogotá en este listado, ciudades como Rio de Janeiro, Buenos Aires y Sevilla, no lo han logrado. Así que esta clasificación es un desafío más para el próximo alcalde, quien en materia de fomento de la bicicleta recibirá la ciudad con avances significativos que requieren ser ampliados y desde luego pueden ser mejorados. Esperemos que no volvamos a perder una década en la materia como ocurrió entre 2004 y 2014, periodo en el cual se atacó el tema de la bicicleta más desde la orientación política que técnica. Lo mejor que le podría pasar a la política pública pro bicicleta sería que prevalezca la técnica por encima del dogma político. Bogotá tiene un potencial gigantesco en la bicicleta para mejorar una buena parte de la movilidad cotidiana de viajes de proximidad.